sábado 29 de junio de 2024
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Contrato y viajes gratis | La casta de Victoria Villarruel incluye a la hija de un represor salteño condenado

Guadalupe Jones es amiga de la vicepresidenta. Fue designada secretaria administrativa del Senado y goza de viajes gratis. Es hija de Juan Carlos Jones Tamayo, un militar salteño que murió cumpliendo prisión perpetua. (Daniel Avalos)

“No hay plata”, argumentó Victoria Villarruel para negar ayuda de la Cámara de Senadores a seis adolescentes clasificados para las Olimpiadas de Matemática en Inglaterra. Una semana después, el diario Página 12 reveló que la austeridad no es para todos. Revisando las resoluciones de la Cámara Alta encontraron decenas de viajes de la vicepresidenta y de su entorno más cercano. El mismo incluye a amigas designadas en ese cuerpo legislativo y que no se privan de pasajes aéreos costeados con dinero público.

Una de ellas es María Guadalupe Jones, considerada por otros medios como mano derecha de la vicepresidenta. Guadalupe también milita el negacionismo y como tal fue una de las elegidas en 2018 para reunirse con la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) para reclamar por la libertad de los genocidas presos por lesa humanidad. En sus redes sociales tilda de “genia” a la vice con la que comparte otro rasgo: los padres de ambas participaron del Operativo Independencia en Tucumán (1975) cuando se implementaron mecanismos que se volverían sistema con la dictadura de 1976. Jones define a su padre como un “héroe” por los encontronazos que protagonizó con guerrilleros del ERP en el monte tucumano. Villarruel prefiere evitar asociar a su papá con ese periodo y resaltar su presencia en Malvinas.

El padre de la salteña falleció en diciembre pasado a los 80 años. se trataba de Juan Carlos Jones Tamayo, quien tras participar del Operativo Independencia fue considerado el “mayo represor de Jujuy” en donde se desempeñó como jefe de la Central de Inteligencia del Ejército. Jones se benefició con las leyes de impunidad dictadas por el alfonsinismo y estuvo prófugo durante años cuando la derogación de esas leyes habilitó su procesamiento. Fue condenado a prisión perpetua junto a otros represores en diciembre de 2022.

La amistad entre María Guadalupe Jones y Victoria Villarruel no se materializó solo en la designación de la primera como secretaria administrativa del Senado. Como dijimos, Página 12 descubrió que la salteña sumó muchas millas aéreas, aunque los gastos corrieron por cuenta de la cámara alta nacional. “De acuerdo a las resoluciones, la Dirección General de Administración del Senado decidió financiar varios destinos a Jones que van desde Salta -tres visitas-, Mendoza -también tres veces-, Catamarca y Córdoba. La funcionaria hasta tuvo la fortuna que uno de los viajes (Salta) cayó justo para Semana Santa”, resalta el medio citado. Conviene recordar que la vicepresidenta también se dio una escapada para nuestra provincia por esos días.

“Héroe” de Río Pueblo Viejo

Tal como informamos en este medio, Juan Carlos Jones Tamayo reseñó su participación en el Operativo Independencia mediante una carta escrita desde la cárcel Federal de Güemes el 13 de febrero del 2015. Era para conmemorar el 40 aniversario del combate de “Río Pueblo Viejo”, en Tucumán, donde murió un oficial y dos guerrilleros del ERP. Jones participó del mismo con el rango de Capitán y lo reivindica como el bautismo de fuego del “Operativo” que fue exigido por los militares y concedido por María Estela Martínez de Perón, entonces presidenta tras la muerte de Juan Domingo Perón.

Empezó con el desembarco del Jefe de la Quinta Brigada del Ejército, Acdel Vilas, y 5000 efectivos en la localidad tucumana de Famaillá. El objetivo no era ir tras los guerrilleros en el monte, sino disciplinar a la población sospechada de simpatizar con ellos. Lo confesó Domingo Bussi cuando reemplazó a Vilas en diciembre de 1975 y declaró que “aún resta detectar y destruir a los grandes responsables de la subversión desatada, a aquellos que, desde la luz o desde las sombras, valiéndose de las jerarquías, cargos o funciones logrados, atentan día y noche contra las estructuras del Estado, y aquellos otros que, con su hacer o no hacer, encubren, cuando no protegen a estos delincuentes que hoy combatimos” (Anguita – Caparrós: La Voluntad).

Juan Carlos nunca abandonó el arcaísmo. En su carta de tono marcial escrita cuarenta años después, se declaraba “prisionero” de una subversión a la que advertía en febrero del 2015 lo siguiente: “Al enemigo le digo que así como lo descubrimos en la maraña del monte tucumano hace 40 años (…) así también hoy lo vemos infiltrados en los diferentes sectores de la nación, siguiendo las enseñanzas del nefasto Antonio Gramsci”. Curioso. Los que montaron centros clandestinos de detención, hicieron desaparecer personas y usaron la tortura para obligar a los prisioneros a delatar, seguían convencidos de la vigencia de la subversión. Cualquier parecido con los delirios del presidente Milei es pura realidad.

El represor de Jujuy

La carrera de quien llegaría a ser Coronel Retirado no se agotó en Tucumán, como también lo reseñáramos en Cuarto. Fue Jefe del Servicio de Inteligencia del Área 323 en Jujuy y partícipe de los “Apagones de Ledesma”, en julio de 1976, que incluyeron cortes de luz, vuelos rasantes de helicópteros, activación de bombas de estrépito y voces de mando amplificadas por megáfonos que buscaban inmovilizar a la población mientras las víctimas directas de los operativos eran secuestradas y desaparecidas. Los sobrevivientes aseguran que el salteño era el encargado de recibir a los “chupados” en el centro clandestino “Guerrero” con un látigo de hilos de acero.

Hay más. Jones Tamayo estuvo señalado de participar en numerosas desapariciones. En el libro publicado por los organismos de Derechos Humanos –“Con vida los llevaron. Memorias de madres y familiares de detenidos” (U.N.Ju. 2008)– el salteño aparece mencionado en las páginas 103, 138, 166, 211, 225 y 226. Siempre vinculado con detenciones, apropiación de bienes y desapariciones de mineros, militantes, obreros azucareros y estudiantes.

Según los informes periodísticos, en Jujuy le perdieron el rastro entre 1976 y 1980, año en el que volvió a la provincia. Gozó de los beneficios de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final hasta que derogadas estas, fue enjuiciado en la primera causa por delitos de lesa humanidad que se instruyó en Jujuy por el asesinato de la maestra Dominga Álvarez de Scurta. El dictamen fiscal elaborado en 2006 pedía su captura e indagatoria, aunque el juez Olivera Pastor le extendió todo lo que pudo el período de gracia. Para cuando dictó orden de detención, Jones Tamayo no residía en el domicilio declarado.

En marzo de 2011 se lo declaró en rebeldía y en octubre de ese año el Estado lanzó un pedido de captura nacional e internacional que incluía una recompensa de $100.000. Cuando finalmente fue detenido en octubre de 2014, la militante de DDHH jujeños, Mariana Álvarez García, declaró que el salteño “Era la ficha que faltaba en el rompecabezas de los crímenes de lesa humanidad en Jujuy, es un personaje muy nefasto, de los más crueles de la represión en esta provincia”. La militante de H.I.J.O.S., Eva Arroyo, fue más allá: “Después de (Carlos) Bulacio [jefe de la Guarnición Jujuy] fue quien más responsabilidad tuvo en la represión en la provincia”.

Golpista de pura cepa

Juan Carlos era hijo de un inmigrante que contrajo matrimonio con la hija de una tradicional familia salteña. Eran tiempos en donde el patriciado consideraba un buen partido a los oficiales recién egresados de las academias militares. La versión es corroborada por el historiador francés Alain Rouquie en su libro “Poder militar y sociedad política en la Argentina”. Sobre Salta escribió: “Con tal que tenga buenos modales y que sea atractivo, el teniente o el capitán acantonado en la ciudad podrá quizás asistir al gran baile anual del Jockey Club de Rosario o al del Club del Orden de Santa Fe. También harán un buen papel en la feria de beneficencia del Club Social de Tucumán. Su unidad acantonada en Salta recibirá algunas invitaciones para el garden party del prestigioso 20 de Febrero”.

Juan Carlos nació de una unión de ese tipo y de su padre parece haber heredado el interés por las conspiraciones militares. Los testimonios recabados por quien escribe coinciden en que Jones Padre se exilió en Uruguay entre 1962 o 1963. No era un peronista de la resistencia, sino un militar que tras el derrocamiento de Perón en 1955 se involucró en las internas entre “colorados” y “azules” del ejército. Las disidencias versaban sobre cuál debía ser el rol de las Fuerzas Armadas en la política y la actitud que debía adoptar con el peronismo. Jones era de los “colorados”. Facción clave para derrocar a Frondizi en 1958, aunque debieron ceder ante los “azules” que impusieron la idea de no reemplazar al presidente depuesto con un militar sino permitir que el titular del Senado asumiera la presidencia bajo tutela castrense. Los “colorados”, además, veían en el peronismo el escalón previo al comunismo y proponían su aniquilación lisa y llana.

Los “azules” preferían garantizar que el viejo líder muriera en el exilio, bregar para que el peronismo sin Perón no retornara al Poder y permitir que ese movimiento tuviese alguna participación residual en la política nacional. En 1962 las tensiones se incrementaron y tras tímidas escaramuzas entre los bandos, los azules arrebataron a los colorados la conducción del ejército. Juan Carlos Onganía asumiría la conducción y Jones partía a un exilio que no duró mucho ni tendría consecuencias en su carrera.

Cuatro años después, Ongania derrocaría al gobierno constitucional de Arturo Illia. Diez años después asumiría Videla desplegando un terror del que Juan Carlos Jones Tamayo sería pieza clave en Jujuy. Falleció a los 80 años mientras cumplía prisión perpetua por homicidio, allanamientos ilegales, privación ilegítima de la libertad y tormentos. Su hija pudo –por las vueltas de la historia– insertarse en el Estado que Jones creyó infiltrado por los subversivos hasta el año 2015. Guadalupe lo hizo de la mano de la mayor exponente de ese arcaísmo en la actualidad: la vicepresidenta Victoria Villarruel.

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